Monday, April 09, 2007

juego de espejos
























Fueron muchas las palabras
que dejé sin decir,
porque ya no creo en el poder
de las palabras
para salvar nada.
Las cosas se salvan
por una suerte de coincidencias,
ternuras y gestos
fortuitos.
Quizá el silencio también
participe de la salvación.
Pero nunca las palabras,
torpes, excesivas, inútiles
en su intento.

Ayer habría podido dar
lo que se esperaba de mi
a costa de mi misma
y del mundo,
porque era niña y sabía crecer
y no sospechaba del proceso inverso.
Todo habría sido como un gran juego.

Ayer habría roto
las reglas sonriendo,
habría entrado en boca de loco
como caperucita enamorada,
habría salido indemne
antes de que las fauces se cerraran
para convertirse en prisión.

Pero ayer no era hoy.
Hoy que ni el sol ilumina
mi rostro,
que ni el amor de todos y nada
me sirve de hogar,
que ni las penas me dejan respiro
que ni las lágrimas quieren caer
que ni la lluvia limpia mi rastro
que ni los perros ladran su angustia
que ni la poesía arruina mi tristeza...

Hoy remonto una curva imposible,
un camino torcido que me arrancó
de la alegría,
como piloto suicida
de una carretera desierta
que me conduce,
indefectiblemente,
a la desolación.

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