ADIOSES Y PANES BLANCOS
Mi venganza particular a tu triste
acusación de loca
consiste en derramarme por entre
las grietas:
no hay discurso que aguante
la intemperancia de lo acuoso.
Toda tu falta de fe en la incoherencia
no es sino un pulso fatídico al devenir:
no hay constancia en tu presteza
ni magia queda en lo que dices sin decir.
Dormirás acolchado en la suave sábana de la amnesia:
porque quien duele está castigado a perdonar y a recobrarse
y un visitante en sueños te advertirá:
“más de varios pasos en falso reconstruyen catedrales”
(el abanico de posibilidades se cierra sobre tu vientre)
Abres la válvula del reproche y alardeas de tu amabilidad,
yo castigo callando,
contemplando la cárcel que te construyes: no resalto mi paciencia.
No jugaré a demostrar lo indemostrable.
El corazón caliente de uno mismo no es estancia visitable por terceros.
El corazón es de dos, y dos son los seres que te habitan
Me resigno a contemplarte
en tu partida,
como cuero grueso que rebosa fragancia,
como anillo invertido que desvela su interior:
“desanudamos la maraña
de fantasmas que nos atan:
los tuyos son de carne
y los míos son de entraña”
adiós con pena y panes blancos
los de las meriendas de
nuestra niñez
(beberemos de nuevo
de las aguas de leteo
sin querer)
acusación de loca
consiste en derramarme por entre
las grietas:
no hay discurso que aguante
la intemperancia de lo acuoso.
Toda tu falta de fe en la incoherencia
no es sino un pulso fatídico al devenir:
no hay constancia en tu presteza
ni magia queda en lo que dices sin decir.
Dormirás acolchado en la suave sábana de la amnesia:
porque quien duele está castigado a perdonar y a recobrarse
y un visitante en sueños te advertirá:
“más de varios pasos en falso reconstruyen catedrales”
(el abanico de posibilidades se cierra sobre tu vientre)
Abres la válvula del reproche y alardeas de tu amabilidad,
yo castigo callando,
contemplando la cárcel que te construyes: no resalto mi paciencia.
No jugaré a demostrar lo indemostrable.
El corazón caliente de uno mismo no es estancia visitable por terceros.
El corazón es de dos, y dos son los seres que te habitan
Me resigno a contemplarte
en tu partida,
como cuero grueso que rebosa fragancia,
como anillo invertido que desvela su interior:
“desanudamos la maraña
de fantasmas que nos atan:
los tuyos son de carne
y los míos son de entraña”
adiós con pena y panes blancos
los de las meriendas de
nuestra niñez
(beberemos de nuevo
de las aguas de leteo
sin querer)
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