letargo canicular
tráfico de días, imparable
marisma de aceras y de gentes
vagando de no sé qué prisas
a no sé qué haceres
letargo de la ciudad:
mi aliento espeso
y el estómago retorcido
me delatan en mi parálisis
que es huida
las viejas plañideras
reclaman otoños de primavera
para sobrevivir
al hastío de un verano quebradizo
inquieta, percibo
un temor opaco:
cuántas veces habré
de perderme
para salir indemne
de estas ruinas
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