Tú que en nada quedas
muerdes la memoria
con el espesor de lo olvidado

quien entiende observa
quien pregunta se alza
quien se presta al habla
se oculta de sí
quien se nutre de otro
en barco a la deriva
llueve
como penetrado
por una insaciable
melancolía
como si su permanencia
se anticipase
siempre a su nostalgia

al otro lado estoy yo:
en el lugar inaccesible al vértigo
protegida por tu miedo
de tu presencia
a salvo de causar dolor

El cadáver de la palabra

las bocas vociferan ruido
(lamen heridas incorruptas)
la palabra es un cadáver
que se pudre a la vista
de todos
(huele mal pero nos alimenta
cuando ya no queda otra cosa
de la que sobrevivir)

los dientes rechinan de ira
cuando las luces duermen

los miembros inconexos
se despliegan efímeros sobre la cama

aun así, se aprecia la elegancia distante de una ausencia,
el rostro en su frenesí
a veces parece desnudarse
de tormentos
y yace simple

bello en su penumbra

no así el rostro de la muerte
cascarón abandonado
que atormenta al mayor
de los creyentes...

el rostro de la muerte
es desencajado, presenta
el impúdico desmoronamiento
del vacío
a la vista de todos
como las palabras de un idioma
incomprensible a nuestro oído

el cadáver de la palabra
es culpable
de no callar
de lo que se habla