pánico
pendiente abajo
esferas
que se estrellan
vulnerables
incendio de
amapolas
en
burdos
aullidos
de auxilio
del desatino
de la piel

pánico
sonríe
en periferia
el suburbano
me adelanta
cuando
creí
haber aprendido
a correr

el incendio
está infestado
y bascula
en penumbra
de andenes
olvidados
el orden
desatino
el destino
encerado
de la alfombra
niñez trucada
de tormentos
vasto e insincero
desligarse
del desierto
del ayer

la opulencia
mata en la
querencia
de mañanas
buscas
río abajo
a quien
te mató
una vez
para alumbrarle
vida

ese es
tu particular
modo
de invierno

marcho húmeda
y marcho seca
desconfiada
observadora
del delito
y guardo
oculta
la palabra
que podría
sanar
la palabra
nunca dicha
nunca manifiesta
nunca expuesta
entre sonidos
macerada en el silencio

cuánto cuerpo
para perdernos
otra vez
y cuán largo
no
predecerá
a la ruina

aceros
soles
malgastados
el mostruo
acecha y
sin saber
le cortarás
tantas cabezas
como llagas
derritan
tu cuerpo
de volcán
que ya fue

pero mírale
una vez antes
del golpe:
sólo demuestra
su desacuerdo
en vuestro
común
no querer ver

Esa luz que todo lo ve
es incendio de amapolas
cuaja como la nieve y
blanca
sube la pendiente
de la piel en su descanso



(Esa torpe fotosíntesis
de amor
fue muerta en la presencia
del concepto
-que aglutinó para sí
toda la luz sobrante
del día demudado-)

Te espero en la penumbra
abierta
en páramo de luz
viviendo del gesto vulnerable
desnuda de palabras
para acechar mejor las sombras
en tu cuerpo

sombra

cuando tú seas tú
que el mundo aquietado escuche

si suenan las esferas entonces
no habrá nada que añadir

todo será camino baldío
no habrá espacio que detener
ni tiempo que palpar en las estancias

labraremos el instante
como quien cuelga magia del vacío
sin más refugio que las palmas de tus manos
sin más promesa que la presencia
en el día aquel
en el que tu sombra
cuelgue de tu nombre
para enderezarlo

sombra serás

entero

ADIOSES Y PANES BLANCOS

Mi venganza particular a tu triste
acusación de loca
consiste en derramarme por entre
las grietas:
no hay discurso que aguante
la intemperancia de lo acuoso.

Toda tu falta de fe en la incoherencia
no es sino un pulso fatídico al devenir:
no hay constancia en tu presteza
ni magia queda en lo que dices sin decir.

Dormirás acolchado en la suave sábana de la amnesia:
porque quien duele está castigado a perdonar y a recobrarse
y un visitante en sueños te advertirá:
“más de varios pasos en falso reconstruyen catedrales”
(el abanico de posibilidades se cierra sobre tu vientre)

Abres la válvula del reproche y alardeas de tu amabilidad,
yo castigo callando,
contemplando la cárcel que te construyes: no resalto mi paciencia.
No jugaré a demostrar lo indemostrable.
El corazón caliente de uno mismo no es estancia visitable por terceros.

El corazón es de dos, y dos son los seres que te habitan

Me resigno a contemplarte
en tu partida,
como cuero grueso que rebosa fragancia,
como anillo invertido que desvela su interior:

“desanudamos la maraña
de fantasmas que nos atan:
los tuyos son de carne
y los míos son de entraña”

adiós con pena y panes blancos

los de las meriendas de
nuestra niñez

(beberemos de nuevo
de las aguas de leteo
sin querer)

Apolo y Dafne

Los cuerpos claros
hablan, no tocan
juzgan, no aman
no agreden, desprecian
no viven,

caminan bajo la luz

PRÓSPERO Y SYCORAX

Ella sabe, como Ofelia,
Que la tarea lo ha devorado.
Ella sabe, como el dragón de san Jorge,
Que los gritos que ella misma profirió cerraron su yelmo.

Ella sabe, como Yocasta,
Que todo acabó para siempre.
Él, en cambio, prefiere
La ceguera.

Ella sabe, como Cordelia,
Que él ya no es él mismo,
Y que no hay que prestar oídos a lo que habla a través de él.

Aunque eso suponga el fin de ambos.

Ella sabe, como Dios,
Que él ha encontrado
Algo, algo con lo que
Le resulta más fácil vivir-

Su muerte y la de ella.

(TED HUGHES)